miércoles, 7 de diciembre de 2011

Notas sobre el examen de El Libro de Buen Amor.

- Un comentario de texto es un comentario de ESE texto. Parece una perogrullada pero no lo es. Nunca debemos usar el texto como pretexto para soltar toda la teoría que hemos aprendido de memoria y que, tenga relación o no, soltamos en el folio en blanco. 
Por otra parte, si hemos trabajado en clase textos sobre cómo el Arcipreste intenta justificar el loco amor y en el examen os pongo un texto en el que CENSURA el loco amor, la relación con la AMBIGÜEDAD de la obra respecto al buen/loco amor está servida. Esto era lo que había que comentar.
- Nunca parafrasear un texto. Lo que quiere decir ya lo sé; lo que quiero saber es si vosotros sabéis relacionar el texto con su época y tradición literaria, lo que dice el texto que pongo EN CONCRETO y, sobre todo, por qué lo dice respecto a esa época y tradición literaria.
El tema del texto era el LOCO AMOR y era una crítica moral clara, puesto que el LBA tiene un valor didáctico evidente, como obra propia del Mester de Clerecía.

- Los títulos de las obras cuando escribimos a mano SE SUBRAYAN y los artículos y poemas SE ENTRECOMILLAN. Cuando lo hacemos en el ordenador, basta con poner en cursiva los títulos y entrecomillar lo demás.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La muerte en el siglo XIV.

Durante el siglo XIV, la percepción de la vida -y por tanto de la muerte-, comienza a cambiar. Ya no se considera la vida humana como un tránsito a una vida mejor después de la muerte, sino que la vida humana empieza a apreciarse como tal.
La consecuencia inmediata es el temor y el dolor por la muerte y sus efectos devastadores en el cuerpo humano: descomposición y desaparición de la carne.

Las Danzas de la Muerte son representaciones del horror que causa la muerte en el hombre a finales de la  Baja Edad Media.

Pero las consecuencias morales son más importantes y dan lugar a dos tópicos que se repetirán a lo largo de la historia de la literatura, incluso en un mismo autor.

- La muerte iguala a los hombres. Independientemente de la condición de cada uno, la muerte no distingue entre ricos y pobres, buenos y malos. La consecuencia moral de esto es que no debemos afanarnos por las vanidades y ambiciones mundanas, puesto que a todos nos espera el mismo final.

- Carpe diem. Si la vejez y la muerte destruyen nuestro cuerpo y lo que fuimos, más vale aprovechar lo que tenemos en el mundo humano y disfrutar de la vida.


lunes, 28 de noviembre de 2011

Comentario del texto "Como dice Aristóteles...", del Libro de Buen Amor.


TEMA.
El texto representa uno de los tópicos formales de la Edad Media: la utilización e interpretación de una fuente docta que justifique la obra. El tema del texto es el amor carnal, pero como el autor no establece una posición moralmente clara para hablar del amor humano carnal, recurre a dos tipos de fuentes: una de autoridad, como es Aristóteles y otra de experiencia común, la naturaleza. Ambas justifican su postura, que es la presentación de diferentes casos amorosos y que cada uno distinga el buen del mal amor.
Esta posición deliberadamente ambigua es radicalmente nueva en la época, puesto que reconoce veladamente en los seres humanos la capacidad de razonar moralmente de forma individual y no según la moral cristiana.

AUTOR, OBRA y CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO Y CONTEXTO LITERARIO.
El Libro de buen amor (1330 y 1343), también llamado Libro de los cantares, es una obra del Mester de Clerecía del siglo XIV y está considerada una de las cumbres literarias españolas de cualquier tiempo, y no solo de la Edad Media
Es una composición extensa y variada cuyo hilo conductor lo constituye el relato de la autobiografía ficticia del autor (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita), lo que no significa que el autor haya vivido personalmente todo cuanto nos cuenta. Es un yo arquetípico, retórico, que representa a todos los seres humanos. La presencia de la primera persona es un recurso retórico para hacerse más próximo al lector y conseguir que su mensaje cale más en el auditorio. Su experiencia es, por tanto, colectiva.
El libro contiene una colección heterogénea de diversos materiales unidos en torno a una pretendida narración autobiográfica de asuntos amorosos del propio autor, quien es representado en una parte del libro por el episódico personaje de don Melón de la Huerta. En él aparecen representadas a través de sus amantes todas las capas de la sociedad bajomedieval española.


El contexto sociohistórico es la sociedad medieval del siglo XIV. EL siglo XIV se considera uno de los más nefastos de la humanidad por tres causas: el empeoramiento del clima, que propició la propagación de enfermedades y la peste, y las guerras que asolaron toda Europa. El equilibro ideológico teocentrista del siglo XIII se pierde y cambia la percepción del mundo como un lugar de tránsito hacia una vida mejor junto a Dios después de la muerte. Por otro lado, el ideal de ascetismo se ve desplazado por la incipiente sociedad burguesa-materialista del siglo XIV, alejada de las preocupaciones religiosas y de los ideales caballerescos, con una visión más realista de la vida. 
Literariamente, el sentido didáctico del Mester de Clerecía se impregna de un tono satírico, jocoso como en el Arcipreste de Hita; amargo y pesimista como en el canciller Ayala o en Seb Tom de Carrión. El Arcipreste se instala dentro de las formas didácticas medievales para disparar desde ellas la ambigua variedad de sus intenciones y su humorística visión de la realidad. En general, hoy se tiende a considerar que es más bien un libro didáctico con propósitos artísticos. El molde formal es el propio del Mester de Clerecía, el género narrativo se explicita en la estrofa de la cuaderna vía, que se distingue de las estrofas utilizadas por el mester de juglaría en su gran perfección de métrica y rima. Pretenden distinguirse del Mester de Juglaría porque además en entretener en sus obras hay enseñanzas morales.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Alabanza de la mujer en el Libro de Buen Amor.

No toda la literatura medieval es misógina. Personajes tan entrañables y humanos como el Arcipreste supieron apreciar las virtudes de las mujeres y la necesidad del amor para ser mejores personas.
Este hilo ideológico lo recogerá el Renacimiento con las teorías neoplatónicas, según las cuales el amor es un sentimiento que nos hace crecer y ser mejores personas.

TEMA.

El tema de este fragmento es la defensa del buen amor apoyándose en autoridades irrefutables: Dios y la naturaleza.
Como sabemos, en el LBA, este concepto es ambiguo: por una parte puede referirse al amor cristiano y por otra al amor humano. En este caso el arcipreste defiende el amor humano el cual, con el tipo de mujer adecuada -lozana y noble-, no ofende a Dios.

AUTOR Y CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO Y LITERARIO, MÉTRICA Y RIMA.
Contáis lo que sepáis sobre el autor y el contexto socio-histórico en el que se compuso la obra. Métrica típica del mester de clerecía, en qué se diferencia de la del de juglaría y por qué.
A esta visión ambigua, compleja y oscura contribuye la propia naturaleza del amor que, en su complejidad, da lugar a situaciones diversas, incluso, contradictorias. No debe de extrañarnos, por lo tanto, que el Libro del buen amor intente reflejar los distintos aspectos del amor, tal y como parece apoyar la casuística amorosa que se describe a través de las aventuras amorosas del protagonista. De ahí que la representación del amor pueda, en un momento concreto, aproximarse a la estética y ética del amor verdadero y, en otro, al “mal amor o loco amor”, y por encima de todos situar el “amor de Dios”. 
El Arcipreste pinta todo un retablo amoroso con sus luces y sus sombras, de ahí que a veces defiende el amor y otras lo condena sin paliativos. 
En cuanto a los tipos de mujer, en el Libro de Buen Amor los diferentes tipos de  se mueven en círculo, conforman una rueda. Por eso se da la permutación permanente de lo alto y lo bajo, la elevación y la caída, el cielo y el infierno. En este juego de contrarios, el derecho y el revés se confunden y de esta fusión surge la visión de la mujer.
Sin embargo, comprende que las limitaciones son humanas y la perfección de los seres terrenos, una ilusión. Por eso, no se desazona ante la cruda realidad, sino que contempla con indulgencia y tolerancia los vicios y defectos femeninos. El Arcipreste tiene una actitud optimista y alegre frente a la vida y es receptivo a las motivaciones favorables. Prefiere destacar los aspectos más positivos que ofrece la mujer. 
Es cierto que el Arcipreste busca y persigue a la mujer ideal. Aquella que tenga todas las virtudes y se asemeje a la Virgen. Inclusive, fundamenta su fe feminista con razones teológicas.  


Muy villano sería y muy torpe payés
si de la mujer noble hablase de través,
pues en mujer lozana, placentera y cortés
reside el bien del mundo y todo placer es.

Si, después de crear al hombre, Dios supiera
que la mujer sería su mal, no se la diera
creada de su carne y como compañera;
si para bien no fuera, tan noble no saliera.

Si no quisiese bien el hombre a la mujer
el Amor no podría tantos presos tener;
por muy santo o muy santa que se suponga ser
nadie sin compañía quiere permanecer.

Hay un refrán que afirma lo que yo os digo ahora:
Un ave, si está sola, ni bien canta ni llora;
el mástil, sin la vela, no puede ir toda hora;
va. la berza, con el agua de la noria, mejora.
[...]

Prólogo del Libro de Buen Amor.

En la Edad Media era muy frecuente acudir a una fuente famosa, a un autor reconocido, para presentar una obra literaria.
Tiene dos funciones: la primera es apoyar el texto del autor en otro autor culto y reconocido; la segunda suele ser la intención de quitarse responsabilidad por lo escrito.

En el caso del prólogo del Libro de Buen Amor, la ambigüedad moral de la obra está servida en bandeja por el propio autor:

Aristóteles dijo, y es cosa verdadera...

Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,
por el sustentamiento, y la segunda era
por conseguir unión con hembra placentera.

Si lo dijera yo, se podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.

Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y bestias, todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compaña nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.

Digo que más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en todo tiempo, sin seso y sin mesura,
siempre que quiere y puede hacer esa locura.

Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza, en el mal profundiza.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.

El ideal de belleza femenina en la Edad Media. A propósito del Arcipreste de Hita.





En la Edad Media, a grandes rasgos, nos encontramos con un ideal de belleza impuesto por las invasiones bárbaras, las cuales mostraban la belleza nórdica de ninfas y caballeros. La fuente más importante para analizarlo es la pintura. La fe y la moralidad cristianas impusieron un recato en las vestimentas y una práctica desaparición del maquillaje, que se consideraba contrario a la moral cristiana en cuanto que desfiguraba lo que Dios había creado. La censura cristiana propició que, cuando tenían que mostrarse cuerpos desnudos, como la Caída de Adán y Eva o El Juicio final, los cuerpos se esquematizaban para quitarles cualquier matiz de sexualidad.
El ideal de mujer medieval, tantas veces pintado, entre otros, por Jan van Eick, presenta blancura en la piel, cabellera rubia y larga aunque el pelo puede estar recogido, rostro ovalado, ojos pequeños, vivos y risueños, nariz pequeña y aguda, labios pequeños y rosados, torso delgado y complexión ósea como corresponde a las nórdicas, caderas estrechas, senos pequeños y firmes y manos blancas y delgadas. La blancura de la piel indica pureza y es al mismo tiempo símbolo de la procedencia del norte de Europa. Las vírgenes medievales presentan también estas mismas características. En cuanto a los hombres, eran representados como auténticos caballeros guerreros del mismo estilo que los leeremos en las novelas románticas: pelo largo que indica fuerza, virilidad y libertad, que llevaban los pueblos del norte de Europa para emular a sus reyes. Por lo demás, la descripción responde a la de un caballero con armadura alto y delgado, fuerte y vigoroso, esbelto; pecho y hombros anchos para aguantar la armadura; piernas largas y rectas como señal de elegancia y porte; manos grandes y generosas como símbolo de habilidad con la espada y de masculinidad.

lunes, 7 de noviembre de 2011

viernes, 14 de octubre de 2011

EXAMEN 19 DE OCTUBRE

Toda la información sobre el examen y los ejercicios que hemos realizado de los temas 1 y 2 están en los enlaces de la barra lateral "APUNTES Y EJERCICIOS REALIZADOS EN CLASE".

Ánimo.

viernes, 23 de septiembre de 2011