Durante el siglo XIV, la percepción de la vida -y por tanto de la muerte-, comienza a cambiar. Ya no se considera la vida humana como un tránsito a una vida mejor después de la muerte, sino que la vida humana empieza a apreciarse como tal.
La consecuencia inmediata es el temor y el dolor por la muerte y sus efectos devastadores en el cuerpo humano: descomposición y desaparición de la carne.
Las Danzas de la Muerte son representaciones del horror que causa la muerte en el hombre a finales de la Baja Edad Media.
Pero las consecuencias morales son más importantes y dan lugar a dos tópicos que se repetirán a lo largo de la historia de la literatura, incluso en un mismo autor.
- La muerte iguala a los hombres. Independientemente de la condición de cada uno, la muerte no distingue entre ricos y pobres, buenos y malos. La consecuencia moral de esto es que no debemos afanarnos por las vanidades y ambiciones mundanas, puesto que a todos nos espera el mismo final.
- Carpe diem. Si la vejez y la muerte destruyen nuestro cuerpo y lo que fuimos, más vale aprovechar lo que tenemos en el mundo humano y disfrutar de la vida.

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